Boeing se encuentra en un momento clave y de inflexión con la aeronave y debe decidir si regresar al aire o cesar el proyecto y concluirlo.

Tras miles de pedidos existe un mar de dudas de Boeing, entidades gubernamentales y los clientes.
Un 2019 para olvidar. Así se podría resumir lo que ha sido para el año pasado para la empresa norteamericana. Y es que el terremoto que ha sufrido Boeing el año pasado: accidentes del 737 MAX, despido de su CEO, pérdida de la quinta parte de su valor en bolsa y más cancelaciones que pedidos hacen presagiar un 2020 lleno de retos por parte de la dirección.
El gran reto que tiene en el corto plazo es finalmente decidir qué hacer con el 737 MAX, ¿continuar con la certificación y que vuele de nuevo?, ¿dejar el proyecto?.
Son sin duda algunas de las preguntas que se tiene que estar ahora mismo la dirección de Boeing. Concretamente su nuevo CEO Dave Calhoun que, a pesar de llevar poco en el cargo, tiene que señalar sin dilación el camino correcto que debe tomar la compañia.
Boeing ha suspendido temporalmente la producción del 737 MAX y la FAA (Federal Aviation Administration) está bajo la lupa del resto de entidades gubernamentales. Si Boeing decide volver al aire con la aeronave y consigue la certificación de la FAA, el resto de entidades podrían obligar a Boeing a pasar sus propios filtros debido a las dudas más que justificadas que infunda la compañía ahora mismo.
La idea de que el proyecto cese y se comience con uno nuevo ya no parece tan alejada pero tendremos que esperar a ver qué pasos toma la compañía en los próximos meses.
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