Llega final de año y todo el mundo se marca X propósitos con los que comenzar el año siguiente. La mayoría no llegan no solo a no cumplirse sino que algunos no llegan siquiera a empezarse.

Sea final de año o en cualquier momento, tendemos a fijarnos unos objetivos tanto a nivel personal, laboral, familiar, etc con el fin de mejorar alguna situación en nuestras vidas.
El problema común del que mucha gente peca es fijarse unos objetivos poco realistas ya sea por que en sí éstos sean algo inalcanzables o por que estemos lejos de conseguirlos en el plazo que nos marcamos.
Primero deberíamos marcarnos solo objetivos de los que sepamos a ciencia cierta que queremos cumplirnos. La voluntad es lo más importante de cara a materializar un objetivo.
Una vez tengamos ya claro qué propósitos son esos, podríamos empezar por escribirlos en una lista. En ella pueden estar tanto los que nos marquemos a corto como a largo plazo.

Tenemos ya la voluntad de querer hacer algo y lo tenemos marcado como objetivo. Toca la segunda parte más importante y es tanto empezar cuanto antes con ello como ser perseverante.
Que el objetivo sea a largo plazo no quiere decir que dejes pasar más tiempo para empezar a conseguirlo. Si quieres llegar a correr un maratón empiezas con cinco o diez kilómetros pero debes empezar a hacerlo igual de pronto que el que se marca como objetivo la San Silvestre Vallecana de diez kilómetros.

La perseverancia creará la rutina y, por tanto, habremos creado un hábito realista en el que estaremos motivados por llevarlo a cabo teniendo en cuenta la voluntad de la que se habla al principio.
No es un camino fácil ni mucho menos. Los objetivos tienen que ser realistas y además ser un número alcanzable de propósitos. Lo importante es marcarse de vez en cuando algunos con los que conseguir o mantener un objetivo que nos haga felices.
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